Martes 11 de Agosto de 2009
Me acerqué para ver si Kiku estaba bien. La noche pasada Christian nos tiró un balde de agua y le dio comida a Kiku, yo recibí la comida pero solo era una galleta y la dejé en el suelo.
Hoy Kiku no se veía bien y dudo que antes se haya visto mejor, estaba perturbada. Parecía no parpadear y aun repetía las mismas preguntas en japonés en silencio. No dudo que no tuviese sentido lo que decía.
Hoy Kiku no se veía bien y dudo que antes se haya visto mejor, estaba perturbada. Parecía no parpadear y aun repetía las mismas preguntas en japonés en silencio. No dudo que no tuviese sentido lo que decía.
Me di cuenta que ya no teníamos las cadenas. Me la podía llevar ya. Intenté levantarla pero ella no ponía de su parte. Parecía en un trance. La jale de un brazo hasta la puerta del cuarto y traté de abrir pero la puerta parecía estar cerrada con llave. Me acerqué a una ventana, estaba todo muy oscuro. Quité la tela negra que cubría la ventana y al fin pude ver con claridad. Abrí la ventana y comencé a parar a Kyoku. Parecía recobrar vida. La tomé de la mano y acerqué un mesa a la ventana para que pudiéramos subir por ella. Salimos de ahí dando un salto a su jardín. La dejé ahí, recostada en el pasto mientras yo corría a casa de Lissette.
Cuando pasaba por el parque me encontré de nuevo al duendecillo que me seguía de repente. Ya estaba harta de los desastres de los duendes. Pero no se acercó a mí. Le grité a Lissette desde abajo de un edificio azul. Ella se asomó por una ventana, sonrió y bajo apresurada las escaleras.
Solo dijo "Hola" y me tomó del brazo, sonriente, y empezó a caminar dando pequeños saltos entre paso y paso. Yo solo le seguí.
Cuando pasábamos cerca de un árbol muy frondoso el duende que había visto corrió rápidamente hacia mí. Grité por el susto que me provocó y mi amiga me jaló del brazo y comenzó a pasearme por la cuadra. Parecía que se peleaban por mí mientras el duende tiraba de uno de mis brazos y Lissette del otro. Yo solo estaba muy desesperada por que me soltara cuando ella se paró muy determinada y gritó NO. Entonces el pequeño personaje se fue.
Lissettte me acompañó a mi casa, a una cuadra de la suya. En el camino le hablé de lo sucedido.
-Sí, amiga, necesitas un baño después de estar encerrada una noche.
La miré y reí. Reí. Y así caminamos riéndonos hasta llegar a mi casa. Me despedí de ella, quedamos en vernos en la noche. La besé en la mejilla y cerré la puerta.
Como por inercia entré a mi cuarto. Los tres demonios esperaban pero no parecieron interesados en mi llegada. La habitación tenía un fuerte olor a marihuana. Me acosté en mi cama y caí dormida hasta media no che.
-¡Dejé plantada a Lissette!